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Editorial del Ministro Antonio Tajani Italia, América Latina y el Caribe. Juntos por el crecimiento (Abc Color)

La historia de América Latina está estrechamente vinculada a la de Italia. Millones de italianos, con su carga de esperanzas, coraje e ingenio, emprendieron desde la primera mitad del siglo XIX el camino marítimo para ofrecer a sus familias una nueva vida al otro lado del océano. Hoy, tras casi doscientos años desde el inicio de aquella epopeya heroica —que retomaba rutas ya recorridas con no menos audacia por nuestros exploradores, marinos y comerciantes— resulta difícil concebir América Latina sin Italia.

Desde los inicios de la presencia europea en el Nuevo Mundo, los italianos han contribuido, con sus empresas, su cultura y sus valores, al sólido progreso del continente latinoamericano, siempre en colaboración con las comunidades en las que se integraron. Sobre la base de este extraordinario legado, hoy, gracias también a una de las redes diplomático-consulares más extensas, Italia sigue promoviendo partenariados para el crecimiento común, estableciendo nuevos lazos de colaboración en América Latina y el Caribe, una región a la que el Gobierno presta cada vez mayor atención.

Los días 6 y 7 de octubre próximos se celebrará en Roma la XII Conferencia Italia – América Latina y Caribe, un momento fundamental de encuentro bienal al que he invitado a los Ministros de Asuntos Exteriores de todos los países latinoamericanos y caribeños. Este año, la cumbre tendrá como título, de manera significativa: “Italia — América Latina y Caribe — un partenariado en crecimiento”, y tiene el doble objetivo de reafirmar la solidez de nuestros lazos, reforzados con gran empeño en los últimos años, y de mirar juntos hacia el futuro, identificando prioridades y ámbitos de trabajo para el desarrollo de nuestros pueblos.

Los fundamentos de nuestras relaciones son extremadamente sólidos. Con un intercambio comercial con Italia de más de 33.000 millones de euros en 2024, América Latina alberga más de 3.000 empresas italianas que emplean a más de 20.000 trabajadores, presentes en los sectores más variados de la economía: energía, comercio mayorista, transportes, agroalimentación e infraestructuras. La facturación total de nuestro sistema productivo deslocalizado en América Latina supera los 70.000 millones de euros.

También las relaciones con los países del Caribe han crecido mucho en los últimos años, gracias a la coincidencia de prioridades, siendo la principal la cuestión medioambiental y climática, que representa para toda la región un desafío existencial, dada la amenaza de la subida de los océanos y los fenómenos meteorológicos extremos.

Nuestra red diplomático-consular en esta vasta región está compuesta por 33 Embajadas y Oficinas Consulares; a ella se suma la presencia histórica de empresas nacionales como ENEL, ENI, Leonardo, Fincantieri y muchas otras. Este sistema, que opera en países con una importante comunidad de descendientes de italianos, ha demostrado ser un potente motor para la diplomacia del crecimiento, tema central de nuestra acción diplomática y de esta edición de la Conferencia. Desde México hasta Argentina hay más de 2,5 millones de italianos inscritos en el AIRE y unos 40 millones de descendientes.

Gracias a la acción del Gobierno, Italia ha reforzado sus relaciones con América Latina y el Caribe, como ha ocurrido, por ejemplo, con la reactivación del diálogo político con Perú y con varios países caribeños, así como con el desarrollo de nuevos partenariados de crecimiento con los gigantes regionales Brasil, México y Argentina, países que he visitado en el último año para fomentar, también a través de una serie de foros empresariales, las mejores oportunidades de colaboración para Italia y sus empresas. Con este espíritu, hemos querido incluir América Latina y el Caribe en el nuevo plan para impulsarla exportación italiana hacia países fuera de la UE con alto potencial.

La sostenibilidad, el dinamismo del sector privado y un marco regulatorio moderno y transparente son ingredientes esenciales de economías dinámicas que buscan un crecimiento duradero y beneficioso para sus poblaciones. Sin embargo, estos logros se ven amenazados por la criminalidad, la inseguridad y la corrupción. Por este motivo, apoyamos la lucha contra estas amenazas mediante múltiples actividades bilaterales y multilaterales, también en el marco de la Unión Europea. Entre ellas, la iniciativa italiana Falcone-Borsellino y destacados programas regionales de la UE como EL PACCTO 2.0, COPOLAD 3 y EUROFRONT. El Instituto (talo-Latinoamericano (IILA), encargado de la ejecución de varios programas europeos, es una joya y un instrumento valioso de nuestra colaboración. Gracias a estas iniciativas, hemos formado a más de tres mil magistrados y funcionarios latinoamericanos en la lucha contra las mafias, apoyando a las autoridades judiciales y promoviendo sistemas penitenciarios más seguros y respetuosos de los derechos humanos.

Pero sobre todo hay una dimensión de nuestras relaciones que no debe subestimarse y que resulta cada vez más importante en la coyuntura internacional actual. Se trata de la común pertenencia a un sistema de valores que, desde la antigüedad grecorromana y la cristiandad, nos sigue acompañando y que en el pasado hacía que se definiera a los países de América Latina y Caribe como “el Extremo Occidente”. Una base sólida para defender juntos lo que más valoramos: la democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales, la justicia, el Estado de derecho y el multilateralismo.

Estoy convencido de que la XII Conferencia Italia-América Latina y Caribe —que precede en pocas semanas a la Cumbre UE-CELAC de noviembre en Colombia— será una importante ocasión para afirmar la voz única de una comunidad cohesionada y decidida a defender los valores de la paz, el desarrollo y la democracia.

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